Honrar o Adorar, un signo de madurez

27 de enero de 2016


Para que una llama pueda encenderse, necesita espacio por encima.  De la misma forma, para que un hombre pueda levantarse en su vida, necesita un ideal, algo a lo cual honrar y adorar.  La adoración es la culminación del amor y del aprecio, evita que el amor se convierta en odio y baja autoestima.  En la vida, si no honras ni aprecias nada, te llenas de negatividad.  Y una persona que no tiene nada que adorar, de seguro caerá en la depresión.

La falta de adoración a algo o alguien ha dado lugar a muchos problemas emocionales, psicológicos y sociales.  Si no tienes nada que honrar en la vida, seguramente sobrevendrá el egoísmo, la arrogancia y la violencia. A nivel social, adorar y honrar al otro elimina el estrés, y fomenta la compasión y el amor.


En el siglo pasado se pensaba que la adoración era cosa de incivilizados y poco inteligentes.  Se creía que el culto servía para sobreponerse a una mentalidad servil.  De hecho, ocurre todo lo contrario. La adoración sólo puede ocurrir a través del agradecimiento y no a través de la mentalidad servil.


En la adoración se unen el sentido de pertenencia, amor, honor y respeto. Sin un sentido de pertenencia, el culto o el idealismo pueden generar baja autoestima.  Los antiguos pueblos sabían esto, por lo que insistían en que las personas se sintieran parte de aquello que adoraban.  Se incentivaba a la gente a adorar el sol, la luna, las montañas, los ríos, las plantas, los animales y a las personas.


LA ADORACIÓN VERDADERA ES UN SIGNO DE MADUREZ Y NO DE DEBILIDAD.