Meditación, el arte de trascender los cinco sentidos

El ser humano tiene cinco órganos sensoriales: ojos, nariz, oídos, lengua y piel. La meditación puede ocurrir sólo cuando hay armonía en los cinco sentidos. Cuando los sentidos se aquietan, la mente también se aquieta. Si los ojos se mueven para todos lados, la mente también se moverá para un lado y otro. Si la respiración es agitada, también repercutirá en la mente.

“Cuando te relajás totalmente, al mismo tiempo poseés una conciencia aguda, fuerza e inteligencia. Tus sentidos se vuelven muy claros. Podés ver, pensar y escuchar mejor. Como un cristal puro, tus sentidos reflejan todos los objetos como a la Divinidad”, señala Gurudev Sri Sri Ravi Shankar.

De alguna manera, la meditación implica aquietar y armonizar los sentidos, para luego trascenderlos y alcanzar una relajación aun mayor.

 

Actuar más allá de los sentidos, esencial para la meditación

Los sentidos son el puente entre los objetos y el Ser. La felicidad y la paz son la naturaleza del Ser, pero los cinco órganos sensoriales buscan la dicha en los objetos externos.

Cuando los sentidos son sacudidos incluso por algunos minutos, se cansan y no están disponibles para percibir y experimentar el placer interior.

La mente galopa hacia el mundo de los cinco sentidos. Aun cuando uno se sienta a meditar en silencio y con los ojos cerrados, ¿adónde viaja la mente?

  • Hacia el sentido de la vista: querés ver algo o a alguien.
  • Hacia el sentido del olfato, tacto o sonido.
  • Hacia algún lugar sobre el que escuchaste o leíste.

Distracciones de los sentidos:

  • Visión: los ojos tienen todo tipo de tentaciones. Son la distracción más grande para la estabilidad interior.
  • Escucha: la mente se engancha con un ruido, un sonido, una canción, una voz lejana. El oído recibe estímulos continuos.
  • Olfato: la mente quiere un perfume, después otro, después otro. Con la comida ocurre algo similar.
  • El tacto y el gusto pueden crear antojos.

 

Desapasionamiento

El desapasionamiento es esencial para la meditación. Y para eso se requiere de cierta habilidad para manejar los sentidos. Por algunos minutos hablate a vos mismo:

  • Aunque un paisaje o persona sea muy bello, no estoy interesado en verlo.
  • Aunque la comida sea muy sabrosa, no estoy interesado en probarla en este momento.
  • Aunque la música sea muy agradable, no voy a escucharla ahora.
  • Aunque tocar esta textura es muy hermoso, no estoy interesado en sentirlo.

Privar a tus sentidos de los antojos (aun por unos pocos minutos) te transporta del objeto a la fuente. Esto es Vairagya o desapasionamiento.

La meditación es buena cuando se practica con desapasionamiento. Puede proveer un descanso profundo al cuerpo y la mente.

 

Liberarse de los deseos

La mente está cansada, está consumida de tanto galopar detrás de los deseos.

Sólo mirá para atrás y observá que todos los deseos que has cumplido no significaron una gran paz. De hecho, crearon algunos deseos más. Es como dar vueltas en una calesita feliz. Ni siquiera feliz, sólo en una calesita. Los caballos de la calesita no van hacia ningún lado, pero crean la ilusión de que viajaste kilómetros y kilómetros. La vida es un gran viaje, en el que estás galopando de deseo en deseo, sin llegar a ningún lugar.

El deseo es una obstrucción a la hora de meditar. Una mente obsesionada con el deseo no puede meditar.

 

Estar más allá de los estímulos

El repetido goce de los estímulos externos causa inercia y aburrimiento:

  • Los cocineros generalmente no disfrutan de su propia comida
  • Escuchar la misma música una y otra vez hace que pierda su encanto
  • La gente que trabaja en la industria del sexo no lo disfruta

Al tomar conciencia de este círculo que ocurre naturalmente, los estímulos pierden significado. Cuando el sol está brillando, no importa si la luz está encendida o no.

Con vairagya (desapasionamiento) y observando los pensamientos y estímulos externos, es posible ser más libre a la hora de meditar.

 

Basado en las enseñanzas de Gurudev Sri Sri Ravi Shankar